El artista David Colinas muestra sus 80 últimas obras en un escenario especial, las instalaciones de la antigua mina de carbón faberense hasta agosto
«La mina, en la que los martillos de picar dejaron de oírse en 1991, se convierte en una especie de monasterio laico para acoger obras, mis últimos trabajos, emulando las celdas que alojaban frescos renacentistas», prosigue.
Reconoce el artista que era una idea que hace años lleva estudiando y ahora «cumplo mi deseo de sacar el arte de las paredes de una galería para fundirlas con la vida real, en este caso ocupando un conjunto fabril. No se trata de profanar un espacio sagrado para mí, que ha sido testigo de tanto trabajo y algunas desgracias; sino de reinventarlo con otro uso esperando así que esta ocupación sea la primera de otras muchas».
El autor quiere con esta obra rendir homenaje «desde el respeto y la admiración más absoluta a una forma de vida tan dura como desconocida fuera de las cuencas mineras». «Un lugar que alimenta el alma» que conoció gracias a Luis García, responsable del Instituto Leonés de Cultura «fue un auténtico flechazo. Rápidamente comprendí que era el espacio perfecto con el que podrían dialogar mis obras».
Allí se podrán ver sus últimas 80 obras, todas sobre cartón. Los tamaños varían entre el gran formato, 190 X 300, y el pequeño formato, 30 X 40. «Arañas, cabras, elefantes, sapos, lagartos, peces y animales prehistóricos conviven. Aparecen también demonios, ángeles y otros seres fantásticos e inventados. También aparecen los Antruejos como símbolo de las tentaciones carnales. Hay también una serie de obras hechas ya para este espacio y relacionadas con la mina y el carbón».
Todo a modo de instalación, haciendo una visita que comienza en los vestuarios y comprende todo el edificio minero con distintos trabajos.